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Paige Clearington ha cumplido el sueño que tenía desde niña: convertirse en doctora. Sin embargo, recién graduada en la Escuela de Medicina para Mujeres de Londres, tendrá que enfrentarse a un reto inesperado: curar bajo coacción al hijo del duque de Breighton. La difteria y los sentimientos que le inspira el padre de su paciente marcarán unos días llenos de temor, pero también de una insospechada ternura.

Maximilliam Hensworth lleva una vida retirada, rigorista, perfectamente cuadriculada. La repentina enfermedad de su hijo y la necesidad de aceptar que lo trate una joven doctora -la única persona que parece saber cómo salvarlo- pondrán a prueba su paciencia y también sus más profundos principios. La galena es insolente, altanera y terriblemente inadecuada, pero despierta en Max una pasión que creía haber olvidado.

¿Puede nacer el amor en los tiempos más inhóspitos? ¿Lograrán Paige y Max encontrar el modo de vencer todos los obstáculos que los separan?

Una historia llena de dulzura y emoción, ambientada en un Londres que no permitía a sus mujeres -ni tampoco a sus duques- ser libres.

OPINION PERSONAL

He disfrutado como un niño con zapatos nuevos, leyendo este libro. No sólo por la maravillosa historia de amor entre el duque y la doctora, también me ha encantado saber un poco más de las dificultades y sufrimientos que pasaron las primeras mujeres que intentaron ejercer la medicina.

Todas sabemos que las mujeres han tenido que luchar intensamente porque se les reconocieran cada pequeña transgresión de lo que era su cometido, ocuparse de la casa y traer hijos al mundo. Aquí, nos habla de la lucha que emprendieron unas mujeres en Inglaterra, en el siglo XIX. Nuestra protagonista, ya era doctora en el momento en que se cuenta su historia, pero todavía no habían conseguido que se las respetara por su profesión y las catalogaban de seres excéntricos y raros.

El carácter de Paige, es fuerte y emprendedor, es como me imagino que serían las verdaderas doctoras de la época. Tiene asumido que será imposible formar una familia y es por eso que dedica toda vida a cumplir con el cometido que ha soñado desde niña. Pero, se ve atrapada en casa de un duque embebido en su poder, para que salve la vida de su hijo Mat, de cinco años, que ha contraído la difteria.

Ella se encariña mucho con ese pequeño dulce y buen paciente, pero también le está sucediendo lo mismo con el estirado y mandón duque. Así empieza una bonita historia de amor, que va creciendo hasta convertirse en una necesidad por parte de ambos que van a intentar lograr que su amor sea reconocido por toda la sociedad.

Me ha gustado mucho todos los conocimientos que nos aporta acerca de la época con respecto a las primeras mujeres doctor. También se adentra en el tema de la difteria y los personajes que crearon el suero que combatiría en enfermedad que segó la vida de muchas personas en este siglo.

La ambientación, es estupenda y te adentra, completamente en esa época y a los cánones por los que se regía la sociedad. El papel de la mujer y las costumbres que impedían estudiar a éstas. Así nos damos cuenta de la total diferencia que existe en estos momentos para nosotras, ¡todo un abismo!

Es una novela que se tiene que leer, me he reído, he llorado, y he sentido una gran ternura por ese niño enfermo que es todo un ejemplo para cualquier enfermo. Los personajes son todos maravillosos y me han llegado al corazón salvo algún que otro, que me ha repelido un poco, pero que no está demasiado tiempo en las páginas de esta divina historia.

Muy recomendable.